Edilberto Zuleta de Aliga nace con el siglo XX, en Lima, el 04 de marzo de 1900. Su infancia transcurrió en medio de una ciudad que se abría a la modernidad. Desde muy joven mostró su deslumbramiento por la literatura, y ya a los once años, como él mismo manifiesta en uno de sus más hermosos poemas, leía El Quijote y Ropa vieja.
Casi en la adolescencia, a los 17 años, se convierte en asistente y discípulo de uno de sus mayores maestros, el también poeta y narrador Abraham Valdelomar, quien, como orientador de su labor creativa, le aconseja publicar su primer soneto, lo cual logra hacer en el suplemento “Jueves literarios”, del diario El Tiempo, bajo la dirección de un muy joven José Carlos Mariátegui. Pocos años después, en 1927, en la prestigiosa Revista Cultural Amauta, dirigida también por Mariátegui, vuelve a publicar, esta vez el poema “Ceño”, de marcada factura vanguardista.
Desde fines del siglo XIX hasta 1920, el modernismo era la tendencia dominante en el cuento y la poesía, pero ya desde 1915 la vanguardia literaria hacía su entrada tímidamente el ámbito nacional, y Zuleta, junto con otros jóvenes de su generación, se suma a este nuevo movimiento, entre ellos el gran César Vallejo, Luis Berninsone, Alberto Hidalgo y los hermanos More, entre otros.
En 1927, Edilberto Zuleta de Aliaga viaja a la ciudad de Cañete a desempeñar el cargo de secretario de la Subprefectura de dicha ciudad, labor que cumpliría hasta el final de sus días. Y es en Cañete donde forma su familia al lado de la señora Matilde Bueno Erroche, quien se desempeñaba como jefe de la central de teléfonos, y con quien tuvo tres hijos: Alina, Mary y Carlos.
La apacible ciudad de Cañete es motivo de sosiego e inspiración para la segunda etapa de producción literaria del autor, donde publica muchos de sus más celebrados poemas: “Tregua”, “La oración el poeta”, “Canto en tono así”, “Canto a Castilla”, “Ambición”, entre otros, así como las odas a todas las reinas que la ciudad de Cañete coronó con motivos de sus festividades fundacionales, que se convirtieran en una tradición durante el periodo que el poeta pudo escribirlas.
Amante de nuestro idioma, Zuleta colabora con todos los diarios de Cañete, en especial en La Voz del Pueblo, en donde no solo publica poemas, sino las reseñas de muchos ilustres personajes locales. Y desde Cañete colabora también con publicaciones de otras provincias, entre ellas el diario Lucha de Chincha y Actualidades de Huacho. Además, la revista literaria Fantoches, de Venezuela, acogió sus publicaciones.
Preocupado por el destino de la poesía y de la literatura, Zuleta inculca en todos sus amigos y vecinos de la ciudad, fueran adultos jóvenes o niños, el afán por la buena lectura, el desvelo por la perfección literaria, tanto en el verso como en la prosa, y no duda en colaborar siempre que alguien acude a él en busca de la palabra precisa que animará un desconsuelo, que justificará un discurso, que motivara un sueño.
En Cañete, el 5 de octubre de 1955, Edilberto Zuleta fallece a la edad de 55 años. Sus restos reposan hasta hoy en la amable ciudad que lo acogió y sería su hogar.