lunes, 4 de junio de 2012

Breve reseña biográfica



Edilberto Zuleta de Aliga nace con el siglo XX, en Lima, el 04 de marzo de 1900. Su infancia transcurrió en medio de una ciudad que se abría a la modernidad. Desde muy joven mostró su deslumbramiento por la literatura, y ya a los once años, como él mismo manifiesta en uno de sus más hermosos poemas, leía El Quijote y  Ropa vieja.



Casi en la adolescencia, a los 17 años, se convierte en asistente y discípulo de uno de sus mayores maestros, el también poeta y narrador Abraham Valdelomar, quien, como orientador de su labor creativa, le aconseja publicar su primer soneto, lo cual logra hacer en el suplemento “Jueves literarios”, del diario El Tiempo, bajo la dirección de un muy joven José Carlos Mariátegui. Pocos años después, en 1927, en la prestigiosa Revista Cultural Amauta, dirigida también por Mariátegui, vuelve a publicar, esta vez el poema “Ceño”, de marcada factura vanguardista.



Desde fines del siglo XIX hasta 1920, el modernismo era la tendencia dominante en el cuento y la poesía, pero ya desde 1915 la vanguardia literaria hacía su entrada tímidamente el ámbito nacional, y Zuleta, junto con otros jóvenes de su generación, se suma a este nuevo movimiento, entre ellos el gran César Vallejo, Luis Berninsone, Alberto Hidalgo y los hermanos More, entre otros.



En 1927, Edilberto Zuleta de Aliaga viaja a la ciudad de Cañete a desempeñar el cargo de secretario de la Subprefectura de dicha ciudad, labor que cumpliría hasta el final de sus días. Y es en Cañete donde forma su familia al lado de la señora Matilde Bueno Erroche, quien se desempeñaba como jefe de la central de teléfonos, y con quien tuvo tres hijos: Alina, Mary y Carlos.



La apacible ciudad de Cañete es motivo de sosiego e inspiración para la segunda etapa de producción literaria del autor, donde publica muchos de sus más celebrados poemas: “Tregua”,  “La oración el poeta”, “Canto en tono así”, “Canto a Castilla”, “Ambición”, entre otros, así como las odas a todas las reinas que la ciudad de Cañete coronó con motivos de sus festividades fundacionales, que se convirtieran en una tradición durante el periodo que el poeta pudo escribirlas.



Amante de nuestro idioma, Zuleta colabora con todos los diarios de Cañete, en especial en La Voz del Pueblo, en donde no solo publica poemas, sino las reseñas de muchos ilustres personajes locales. Y desde Cañete colabora también con publicaciones de otras provincias, entre ellas el diario Lucha de Chincha y Actualidades de Huacho. Además, la revista literaria Fantoches, de Venezuela, acogió sus publicaciones.



Preocupado por el destino de la poesía y de la literatura, Zuleta inculca en todos sus amigos y vecinos de la ciudad, fueran adultos jóvenes o niños, el afán por la buena lectura, el desvelo por la perfección literaria, tanto en el verso como en la prosa, y no duda en colaborar siempre que alguien acude a él en busca de la palabra precisa que animará un desconsuelo, que justificará un discurso, que motivara un sueño.



En Cañete, el 5 de octubre de 1955, Edilberto Zuleta fallece a la edad de 55 años. Sus restos reposan hasta hoy en la amable ciudad que lo acogió y sería su hogar.

Ceño




Revista Amauta Nº 6 Año 1927, pág. 28

C  E  Ñ  O

       Todo estaba perfecto
en este marco:
¡Perfecto pero estrecho!
sin una risa ni un llorar….
         Pasé de largo,
así -- -- -- -- -- -- -- -- --
pasé de largo, sin voltear……!

        Todo estaba preciso
en un círculo:              ¡Ah!
Preciso pero inmóvil y sin brillo!

Volví mis pasos
           
volví mis pasos hacia atrás!

Edilberto Zuleta de Aliaga

Canto lírico al Carnaval del 12


Poema premiado en el concurso del diario La Crónica, Lima febrero de 1944, bajo el seudónimo de Cañezul.


CANTO  LÍRICO AL CARNAVAL DEL 12
                                        Y así era en 1912, cuando yo tenía  11 años,
                                         y  era - gracias a Dios – tan pobre como ahora.
CARNAVAL de mi Lima! ¡ Cómo quisiera verte
cuando yo era sensible y  ‘’me comía pavos’’.
¡ Cómo fuera en tus días cuando llegue la Muerte,
así bueno y sencillo, y así, sin diez centavos…!

   Entonces los muchachos pregonaban: ‘’ a cinco,
a seis, ‘’lobos ‘’marinos  …. – No podía comprarlos –
Mi corazón de pájaro daba un tímido brinco:
y mi Madre – en Tristeza - : ‘’ no sabes arrojarlos ‘’…..

    ¡ Ah Carnaval de sueños! La vida era tenaza
y no pude gozar de tí como quería:
pero hoy no tengo miedo de ninguna amenaza,
porque tu me dijiste lo que yo sufriría.

    Pasaban las ‘’cuadrillas’’ y mis ojos absurdos,
veían oro pudo donde estaba el papel;
y los zambos erguidos, ambidextros o zurdos,
adornaban la noche con sus modales burdos,
sus silbatos y el cien por mil del cascabel…

    ¡Cuadrillas!....Yo leía Quijote y Ropa Vieja,
patrimonio de luz que me sirviera de ala;
y al ver las ‘’mascarillas’’, en noche limeañeja,
soñaba pasar rauda, entre chirrido y queja,
la carroza de fuego de los condes  Zavala…

    En el largo metraje de mi lento recuerdo,
¡Carnaval de mi Lima!, yo estoy después y antes;
y  frente a tu secreto, que inútilmente muerdo,
siento caer el polvo, sin fin, de los instantes.

    El sol hacía lindos arabescos amables;
se poblaban las calles de chiquillos gritones.
‘’Lobos de a cinco, a seis’’… gritos indescifrables,
y una Rosa de amor en todos los balcones.

    Los tanvías abiertos con ‘’trolley’’ y campana,
pasaban chorreando, sin ningún pasajero;
una negra jocunda, en jaque palangana,
arrojaba un baldazo de un agua suburbana,
y reía, esquizando su tremebundo….cero.

    El Balcón y la Calle luchaban rudamente,
Mirábamos, -Miraba ir, tornar y volver –
Y de pronto el Deseo con un salto ululante,
en el agua, en el globo, en el grito galante,
unía en un zarpazo a ti y a una mujer.

    Las rifas eran núcleo de arrapiezos y bobos,
que apostaban ‘’un gordo’’ para ganar ‘’la gorda’’,
un castillo luciendo una gruesa de globos,
varias cajas de polvos y una corneta rosada.

    Recuerdo que mi hermano Augusto y yo, temíamos
apuntar nuestro ‘’gordo’’ al azar de la flecha,
y en los casos de acierto, los dos - ¡pobres! – volvíamos
a los ojos de a otro diciéndonos: ‘’¡anda echa!’’.

    Recuerdo que también los polvos, los chisguetes,
tenían un perfume que no he vuelto a escuchar,
porque hablaban –  lo juro – el globo y los paquetes
de estos polvos con que hoy nadie se va a pintar…..

¡Carnaval de mi Lima! Te canto ya vencido
Orgulloso de amarte y sereno en mi hambre,
¡Que muera yo en tus días, tal cual viene vestido!
Tiéndeme únicamente, so del Lago Perdido,
¡Carnaval!, una alegre serpentina de alambre…..

    ¡ Ay, recuerdos de niño! ¡Ay del que nace triste,
Carnaval de mi Lima, mi Carnaval del Doce…..!
¡Tanto que nada fue lo que me ofreciste,
caminando de prisa, como quien no conoce….!

    Pero por eso mismo te canto hoy olvidado
Carnaval que me hiciste ser despierto y absorto;
y traduzco en mi verso – mirar retrovisado –
lo que no hablaba mi pantaloncito corto.

    ¡Vuelve a mi, Carnaval! – Yo sé que se Aproxima:
que sea en tus 3 días….en tu seno, y en LIMA.